Desde que el tabaco desapareció de los bares, restaurantes y pubs, los clientes que acuden a estos locales perciben más olores desagradables, como el del sudor humano o la cerveza, que antes quedaban enmascarados por el humo de los cigarros.
Científicos de la Universidad de Tecnología de Delft, en Holanda, aseguran haber encontrado una solución a este problema: utilizar fragancias en los locales, que entre otras cosas hacen que la gente baile más, mejoran la percepción general de la experiencia y nos hacen sentir de mejor humor.